Vivir en un hogar armónico, acogedor y cálido es algo que siempre debemos aspirar y preservar. Una familia debe ser el punto de apoyo para los hijos y la pareja para sentirse bien, crecer y desarrollarse. Sin embargo, en muchos casos la familia se ha convertido en un ambiente hostil y tóxico. Para ayudarte a preservar la vida en familia hemos pensado compartirte los 6 grandes errores que la destruyen. ¡Sigue leyendo y comparte!
7 errores que destruyen las relaciones familiares
Insultar y criticar desmedidamente
Las palabras tienen un gran poder. Puedes utilizarlas para el bien o para mal. Pueden crear condiciones de paz o desatar una verdadera guerra entre los integrantes de una familia. Nuestras palabras llevan consigo una carga emocional capaz de causar importantes efectos psicológicos en quien las recibe. Por lo tanto, se recomienda elegirlas con bien cuidadosamente.
Las palabras duras, los insultos o las críticas que provienen de un ser querido tendrán un impacto mucho mayor en nosotros que las que son dichas por otras personas. En dichas situaciones, las personas que se supone que son una fuente de apoyo y aliento se convierten en energía negativa y desilusión, lo que provoca a largo plazo la aparición de un abismo dentro de la familia, que incluso el tiempo y las excusas ya no pueden cerrarse.
Para evitar esto, tenga siempre presente este dicho: «Si no tiene nada bueno o positivo que decir, no diga nada».
Celos y envidia
Los celos implican una relación triangular, en la que el «celoso» se ve frustrado por un sentimiento adverso hacia otro miembro de la familia (ambos en relación con un tercero). El caso típico es la relación de dos hermanos, donde uno cela al otro por disputarle la atención de uno de sus padres. Los celos no son importantes cuando son leves y los padres pueden rápidamente resolverlos haciendo ver que son justos y equitativos con sus hijos. Lo mismo es trasladable a cualquier otra relación familiar. Los celos se disuelven cuando la persona celosa puede entender que no debe sentirse inferior que otros, ya que el amor y la consideración que recibe es equivalente a la de los demás. En cambio, si en un hogar existen diferencias marcadas o injusticias, puede que alguno de sus miembros desarrolle celos y rencor enfermizos. Este es un problema serio que debe tratarse a tiempo. De lo contrario puede amenazar con la destrucción de una familia.
La envidia, en cambio, no depende de una relación triangular pero parte por una angustia que siente uno de los miembros por los logros o éxitos que tiene otro de sus integrantes. El envidioso se reconoce por ciertas maneras de actuar frente al éxito ajeno, a saber:
- Actuar falsamente: alegrarse por el éxito ajeno pero impostando una sonrisa o actitud falsa.
- Subestimar, criticar o desacreditar al otro.
- Atribuirse como propios los logros ajenos
- Buscar desanimarte o hacerte sentirte mal e inferior.
- Minimizar los triunfos de los demás.
El Chisme
Los chismes son creadores de malos entendidos, desavenencias y problemas familiares. Ocurren a menudo porque un miembro de la familia evita decir algo directamente a otro. En lugar de ello, prefiere ir y contárselo a un tercero. Sea esto por despecho, rencor o simplemente para descargarse de un sentimiento adverso que no puede manejar.
Sin embargo, el chisme no se queda quieto y conforme más se habla más se distorciona la realidad y crecen los malos entendidos, las habladurías y esto provoca un daño en los vínculos familiares.
Para evitar estas consecuencias indeseables recomendamos encarecidamente que hables directamente con la persona en cuestión y que expliques de manera clara y sincera qué fue lo que te ha molestado o lastimado.
Esto de decir la verdad impone una gran dosis de valentía y sinceridad, algo que no muchas personas están dispuestas a afrontar, pero conduce a los mejores resultados. Cuando se es sincero para señalar un error o defecto ajeno, también es necesario ser humildes para aceptar los propios. Si esto ocurre nuestras relaciones gozarán de muy buena salud.
Rechazo o exclusión
Para que una familia sea unida y sólida, todos sus miembros deben encontrar su lugar. Por ejemplo, al organizar un evento familiar, es importante informar a todos los miembros de la familia , incluso cuando sea obvio que algunos de ellos no estén interesados o no puedan asistir, por dar cumplimiento a sus responsabilidades o por sus horarios.
El no invitar a un familiar a un evento importante puede ser visto por la otra persona como una falta de interés de nuestra parte, falta de consideración, rechazo o discriminación. Este tipo de cosas generan mucho rencor y cargas emocionales negativas que perturbarán el futuro en tus relaciones familiares.
Mentiras recurrentes
Mentir es el comienzo de un círculo vicioso que destruye todo tipo de relaciones, incluso las más sólidas. A pesar de que a veces puede ser necesario esperar varios años antes de que se sepa la verdad, siempre termina haciéndolo.
Por lo tanto, en vez de vivir con el peso de sus mentiras y la manipulación, debes asumir la responsabilidad de nuestras acciones y actuar sabia y honestamente para reparar los errores que causaste a tus parientes. Al hacerlo, evitarás decepciones y te ahorrarás problemas. A la vez, tu conciencia reposará en paz por haber hecho lo correcto.
Incapacidad para aceptar diferencias
Los niños que crecen con los mismos padres y reciben la misma educación no necesariamente tienen la misma personalidad que los adultos. Para evitar que esta diferencia sea una fuente de conflicto, es importante aprender a ser tolerante y aceptar al otro tal como es. El problema viene cuando queremos «torcer» o «desviar» la manera en que el otro es o se comporta y muy pocas veces se consiguen buenos resultados.
Ser parte de una familia no le da derecho a ninguno de sus miembros de juzgar, criticar o rechazar a otros, simplemente por el solo hecho de ser diferentes. La familia siempre debe ser la fuente de amor y aceptación incondicional.
No perdonar ni pedir disculpas
Como todas las personas, vivimos cometiendo errores. Es algo absolutamente normal, por lo cual no debemos culparnos. No obstante, eso no quita que asumamos la responsabilidad por lo que hemos hecho mal y seamos lo suficientemente humildes para pedir perdón a quien es debido.
Cuando nos disculpamos u ofrecemos una disculpa por nuestros errores, más allá que la otra persona decida no perdonarnos instantáneamente, estamos demostrando consideración y valor por nuestro ser querido. Le estamos diciendo que nos importa, que no nos da igual haberlo lastimado y que pretendemos enmendar esta situación.
Al revés, cuando se trata de una ofensa que nos han hecho, también debemos perdonar. La falta de perdón se convierte en rencor y es una de las causas más frecuentes de rupturas de relaciones familiares.
En resumen, debemos ser capaces de perdonar y pedir perdón. Esto asegurará que nuestros vínculos de familia continúen firmes y saludables de forma permanente.
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